
Me llama la atención que, asomada a una diminuta ventana absorta de lagartijas al sol, sombrea una niña asustada. Una niña de ojos indescifrables, grandes como ese espacio oscuro y ajeno del alba. Ojos redondos y amplios de muñeca cansada, resplandecientes en su esencia de luz casi callada… y tristes… inmensamente tristes… tristes y sin lágrimas, con esa pena agarrada que aún no debería conocer en su mirada… tristeza repentina y un dolor tan insondable que parte el alma…
La niña lleva en sus labios una máscara blanca y de su casa de cuentos, a hombros, sale su madre... que ya no habla…

FREEDOM FOR BAD GIRLS
Carolina Higueras